CUERNAVACA, MORELOS.- Desde Noviembre del año 2012, todos los miércoles, en la Iglesia de Guadalupe, la cual se ubica en la avenida Morelos, a un costado del Jardín Borda, en Cuernavaca, se realiza una reunión, una convivencia, que tiene como finalidad alimentar a quienes más lo necesitan.
Cual banquete, las mesas se alinean para que decenas de personas puedan compartir la sal y la mesa. Las encargadas de la cocina preparan las cazuelas con el arroz, el guisado y los frijoles.
El aroma del manjar se mezcla con el bullicio de la charla improvisada. La sonrisa, la vergüenza y la necesidad se palpan en el ambiente. No obstante, una oración, que proviene de los más hondo de los corazones deja ver el ingrediente principal que los comensales le ponen al banquete: el agradecimiento.
El comedor comunitario fue una idea del sacerdote Valente Tapia Sandoval, quien vio la necesidad y hambruna de los indigentes en la ciudad, y decidió iniciar este proyecto.
Con el apoyo de personas generosas y cercanas al catolicismo, creó un pequeño patronato que hasta hoy continua apoyando voluntaria y monetariamente la causa, la cual se encuentra bajo la dirección de la señora Guadalupe Romero Campos, encargada del comedor.
El objetivo principal es dar alimento a quienes más lo necesitan; por lo regular, los asistentes son indigentes, indígenas, vendedores ambulantes de productos, cantantes de rutas y estudiantes. El servicio se da a todos, sin excepción.
El menú consiste en guisado del día, arroz, frijoles, tortillas y agua; antes de servir la comida, los asistentes ofrecen una oración de agradecimiento por los alimentos.
Originalmente, se pretendía realizar esta actividad comunitaria tres veces por semana, pero la falta de apoyo y la responsabilidad, principalmente económica, hace imposible aumentar dos días el beneficio, ya que la asistencia de personas es fluida.
En un principio se atendían, aproximadamente, a 30 personas, ahora llegan hasta 150, a quienes piden terminarse la ración que se les da, para evitar desperdicios.
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Comparten la mesa, la sal y la fe
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